martes, octubre 17, 2006
No maten al mensajero
Odio dar malas noticias. Todos los argentinos odiamos dar malas noticias. Recuerden a de la Rúa cuando decía con su voz cascada “¡Qué lindo es dar buenas noticias!” y el país estaba al borde de la disolución cívica. Bueno, hoy el cine argentino está al borde de la nada y seguimos caminando como si tal cosa. Igual que de la Rúa.
La Semana del cine argentino en México llevó 70 películas. ¡Qué bien! Los compradores se las vieron en figurillas para adquirir algo. No porque hubiera demasiada oferta sino porque lo que se mostró fue como si ya lo hubieran visto, más de lo mismo. La calidad técnica sigue siendo una de las mejores de América Latina. Nuestros actores son excelentes, pero…
Yo estaba tan ansioso como todos ustedes por saber de ese “pero…” Y terminó con lo peor que podían decirnos: “Siempre lo mismo. ¡Cómo nos van a hablar de pobres, si crecen a tasa china y le pagaron al FMI de un empujón!”. “¡El tema de los desaparecidos ya pasó de moda!”…
Antes que se pongan a aullar como mandriles voy a expresar mi opinión, y luego si quieren griten desde adentro y con todo.
¿Cómo le explicamos al mundo que con un gobierno “progre” los pobres siguen más pobres que antes y que los que consiguieron laburo están más hundidos que el Titanic? Para colmo están peor que los que tienen un plan “trabajar” o similar. ¿Cómo explicar que un tipo que trabaja 9 ó 10 horas por día en una automotriz, que tiene dos turnos, no le alcanza para llegar a fin de mes, y esa misma empresa es una de las tres o cuatro únicas filiales que da ganancia en el mundo? ¿Cómo contar que sigue habiendo cartoneros, y en un semicírculo de 800kms al Oeste, Sur y Norte de Buenos Aires no se consigue mano de obra? ¿Cómo explicar que tenemos otro desaparecido en democracia, porque el gobierno democrático no lo cuidó y resguardó como debía? ¿Cómo explicar que tenemos más líneas de celulares que de teléfonos fijos y nos damos el lujo de pagar una de las tarifas más altas del mundo? Es la Argentina de las contradicciones.
Cuando uno tiene problemas va y se los cuenta a los amigos. Si son amigos, te bancan hasta el café. Te van a oír una, dos tres, cinco veces, pero si seguís contando siempre lo mismo, van a mirar para otro lado y te van a rajar como si fueras un zorrino. Entonces te quedan tres alternativas: insertate violentamente un poco de plomo en el cerebro, o te disponés o oblar 50 morlacos para que un psicólogo te diga “¡Ahá!” y tome nota de tus rayes, o vas al cura confesor, que lo tiene que hacer relativamente gratis, y negociás con El de Arriba los Padrenuestros de la “penitencia”.
¡Se cansaron de nosotros! Somos media docena de agoreros que lo venimos diciendo desde hace un par de años. Si fuera español le aplicaría el proverbio “Todos los días gallina, amarga la cocina”.
Ni se acabó la pobreza ni –lo que es peor– se acabaron los represores. Ambos monstruos siguen allí. El único medio sensible sin apuros del momento es el cine. De allí las películas WRZ y Fuerza Aérea SA y todas aquellas que denuncian con más cuidado y seriedad que la TV buscadora de efectos instantáneos. Todos de acuerdo ¿no?
El problema es que los compradores del cine (no estamos hablando de la Motion Picture Assoc.) sino de latinoamericanos y europeos dicen que nos estamos “iranizando” al cine argentino. El cine iraní tuvo un furor hasta que vimos que en todas las películas había niños perdidos y que a sus padres se los habían llevado los horrores de la guerra. Entonces preguntan “¿Cuántos niños iraníes perdidos hay?” La respuesta es horrorosa… aproximadamente 200 mil, y cada uno con historias de espanto… Espanto como el de las cientos de miles de historias que tenemos para contar de nuestros desaparecidos, ya que las mías sobre Jorge y Raúl, que eran mis amigos, son distintas que las que cuente Hebe de Bonafini que es la madre.
Las historias de pobreza, marginación van en aumento, porque ahora empezamos a ver los resultados de la “des educación” menemista. El cierre de los colegios industriales y de artes y oficios. El desprecio por trabajar con las manos. Los que no saben leer y que no pueden buscar en los clasificados, ni tienen la más remota idea de cómo diablos se hace para buscar un conchavo. ¡Si ni documento de identidad tienen!
Sin embargo el cine argentino va a tener que pagar a su analista y pronto, porque los muchachos del barrio ya se han aburrido de nuestros relatos. Quieren oír otras cosas, aunque nos siga pasando lo mismo, o peor que antes. Pasamos de moda. No nos va lo suficientemente mal…
¿Será por esto que el cine es anticíclico?
Cada quién se entretiene como quiere. Los europeos cultos y culposos tienden a ver lo que originan en América Latina las empresas en las que ellos tienen invertidos sus ahorros, ¿pero cuántas poder ver? ¿Diez? ¿Veinte? ¿Durante cuántos años? Terminan diciendo “¡Esta ya la vi!” o “¡Ya conozco el final!”.
Los argentinos, (¡siempre tan a la vanguardia nosotros!), fuimos los primeros en darle la espalda a nuestro cine que habla de nuestros problemas. ¿Podemos pretender hacer un cine exclusivamente para franceses o españoles cultos y culposos? ¿Alcanza? ¿Podemos seguir haciendo películas –ya sé que lo he dicho mil veces, esta es la mil y una– para 700 espectadores? No me caben dudas que hay muchas historias (y ahora tenemos una nueva) sobre los que no vemos, pero siguen estando.
La pobreza se palpa en los cambios de hábitos de la gente, todos los días en que resignamos algo más. Pero afuera ya no quieren oír hablar de eso. Tal vez si se hace UNA película sobre lo que pasó con Julio López tenga éxito. ¿Puede haber más de una? Si, todas las que quieran, pero no nos las van a comprar de Europa, ni las van a ir a ver todas al Gaumont. ¡Lo lamento! ¡Suena horrible, pero es así!
No carguen conmigo como si yo hubiera desaparecido gente o tuviera la plata de los desposeídos. Soy el mensajero. Traigo malas noticias. En realidad son noticias viejas, pero yo las digo en voz alta para que no nos digan que nos toman por sorpresa. El que avisa no es traidor. Estamos en crisis, aunque se enojen muchos. Podemos evitarla si tenemos la agilidad de reaccionar.
La base está, Bambino dixit.
Saludos,
Jorge Ricaldoni
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1 comentario:
Este es un post viejo Jorge y lo admito pero tambien admitamos que es jodido salir de eso, hace un par de tiempo ya realizamos con un amigo un guion que no tiene ni pobres ni desaparecidos.
porque una de las premisas fue: soy un pibe clase media y quiero ver mis kolombos en las pelis.
Sin embargo, por estupidez propia o decidia agena aun no hemos podido concertar nada (y antes que alguien lo diga me inclino por la estupidez propia)
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